DEL “YO SOY” A “DIOS ES”
Por: Damodar Prasad das
Aceptar nuestra propia existencia de una forma u otra implica la existencia de Dios, citando las palabras de Srila Prabhupada: “Uno puede comprender la naturaleza del Supremo mediante el estudio completo de uno mismo” (Bg 2.16, significado) Pero ¿mediante qué proceso se puede lograr esta comprensión?
Descartes concluye de sus dos primeras meditaciones que el yo existe. Comienza a ponderar la naturaleza de sí mismo y llega a reconocer que es un ser en posesión de pensamientos, que divide en ideas y formas. Ahora bien, las ideas son todas verdaderas en el sentido de que existen, al menos dentro de la mente. Cuando hablamos de la falsedad de una idea, de lo que realmente hablamos es de la falta de correspondencia entre una idea y la realidad. Pero ¿cómo podemos saber que hay una realidad más allá de nuestros pensamientos?
Tanto el impulso natural de creer que las ideas corresponden a una realidad externa como las formas espontáneas en que las ideas se le ocurren a uno mismo son rechazadas como pruebas definitivas de la existencia de una realidad externa. Para Descartes, esto sólo puede entenderse comprendiendo la naturaleza de las ideas mismas, todas las cuales tienen diferentes grados o sabores de realidad objetiva a su alrededor. A partir de aquí, Descartes razona que la realidad objetiva que las ideas tienen, por su propia naturaleza, debe proceder de una causa con tanto o mayor grado de realidad objetiva, de modo que las ideas que tenga no alcancen la realidad actual. Del hecho de sus percepciones e ideas, concluye tentativamente que, además de él, existen otras cosas.
Hasta aquí, el razonamiento de Descartes tiene cierta similitud con la línea de razonamiento trazada por Srila Prabhupada en su interpretación del verso 35 del segundo capítulo del segundo canto del Srimad Bhagavatam. El verso mismo dice: “La Personalidad de Dios, el Señor Sri Krsna, está en cada ser viviente junto con el alma individual. Y este hecho se percibe y se hipotetiza en nuestros actos de ver y recibir ayuda de la inteligencia” (SB 2.2.35).
En su significado, Srila Prabhupada, como Descartes, comienza estableciendo la necesidad de darse cuenta de la propia existencia como algo distinto del cuerpo: “Uno puede percibir la autoidentificación y sentir positivamente que existe”, escribe Srila Prabhupada. Después de esto, mediante el uso de la inteligencia, una persona distingue entre el sujeto y el objeto de la experiencia: “Así que la conclusión natural es que el ser viviente, ya sea hombre o bestia, es el vidente, y ve además de sí mismo todas las demás cosas”. (SB 2.2.35, significado). Pero ¿cómo llegamos a la existencia de Dios desde este punto?
Descartes parece adoptar dos enfoques en su tercera meditación. En el primer acercamiento, reconoce que ya tiene una idea de Dios que es eterno, inmutable, omnisciente, omnipotente y Creador de todas las cosas. Ahora bien, esta idea representa una realidad objetiva que excede los límites de la idea misma o es inventada por su propia imaginación. Pero no puede inventarse a partir de su imaginación porque la eternidad, la inmutabilidad, la omnisciencia, la omnipotencia, etc., son conceptos claros que pueden surgir solo de una causa que realmente posee estas características en grados mayores que los que puede abarcar la idea misma. Descartes escribe: “…aunque…podemos imaginar que [Dios] no existe, no podemos, sin embargo, imaginar que Su idea no representa nada real” (MFP, III).
Tal razonamiento llega a la conclusión del argumento de Srila Prabhupada en su significado. Uno debe reconocer la existencia de una idea muy clara de Dios: “Dios es grande”, explica Srila Prabhupada, “y Él no puede ser simplemente un proveedor de orden de los seres individuales; por lo tanto, el Super yo, no puede ser una representación completa del Ser Supremo, Purusottama, la Absoluta Personalidad de Dios” (SB 2.2.35, significado). Por lo tanto, la comprensión de la existencia de Dios depende de que ya tengamos alguna idea acerca de quién o qué es Dios.
Pero hay una segunda prueba que es parte integral de una comprensión adecuada de la primera: es el reconocimiento de que el yo es limitado y posee las características de Dios sólo en un grado mínimo. Descartes se da cuenta de que la idea de Dios debe preceder a la idea de un yo, porque las deficiencias que reconocemos en nosotros mismos solo pueden reconocerse porque ya tenemos una idea de un ser perfecto, que está libre de todas las deficiencias. Debido a que la idea de Dios es de perfección real, no puede referirse ni ser producida por seres con solo el potencial de perfección, como nosotros. Debe proceder de un ser que es en realidad perfecto e infinito.
Srila Prabhupada expuso este punto en su conversación con Hayagriva sobre la filosofía de Descartes. Explicó: “Yo, como alma o como Brahman, soy el Brahman finito y, por lo tanto, debe haber un Brahman infinito. Ese Brahman infinito es Dios, y Brahman finito es jiva, la entidad viviente” (Discusiones de Filosofía con Hayagriva, Descartes)
El reconocimiento de nuestra finitud puede llevarse más lejos. Descartes se da cuenta de que nuestra existencia es continua, persiste en el tiempo. Para que podamos continuar nuestra existencia, es necesario que nuestra existencia se renueve continuamente. Pero no somos conscientes de tal poder dentro de nosotros mismos para renovar nuestra propia existencia, por lo tanto, se deduce que dependemos de alguna fuente distinta de nosotros mismos para nuestra existencia. Esta fuente es Dios.
El reconocimiento de nuestra dependencia de una fuente superior para nuestra propia existencia también es fundamental para el argumento de Srila Prabhupada. Esta fuente superior se conoce como inteligencia: “La inteligencia da una dirección como una autoridad superior, y el ser viviente no puede ver ni moverse ni comer ni hacer nada sin el uso de la inteligencia” (SB2.2.35, significado). Pero esta inteligencia está más allá de nuestro control y se refiere, en este contexto, a un súper yo, una porción de Dios que sostiene nuestra existencia.
Descartes concluye esta sección de su discurso dándose tiempo para dejar de escribir y simplemente meditar sobre la grandeza de Dios, que se da cuenta de que constituye el mayor placer de la vida.
Damodar Prasad das (BCaiS)
Referencias:
AC Bhaktivedanta Swami Srila Prabhupada, Srimad Bhagavatam, Canto 2, Bhaktivedanta Book Trust, Bombay, 1992.
Descartes, R, Meditaciones de Primera Filosofía, Meditación III, Blackmask Online, 2002.