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SB. 1.4.25 – Historia sobre Mahārāja Parīkṣit

Parīkṣit Mahārāja era un gran rey, el emperador del mundo, un devoto muy piadoso, lleno de buenas cualidades. Una vez fue al bosque a cazar. Estaba muy cansado, muy cansado, así que entró a una ermita. El renunciante en ese momento estaba meditando. Parīkṣit Mahārāja tenía mucha sed y hambre y como era el rey podía darle órdenes a cualquiera, una orden real. Así que entró a la ermita y le pidió al renunciante, al sabio, “Por favor, dame algo que comer, tengo mucha hambre”, o “Dame un poco de agua para tomar”. Pero él estaba meditando, no tuvo oportunidad de escuchar a Mahārāja Parīkṣit y permaneció en silencio. Pero el rey, teniendo poder real, muy poderoso, se enojó un poco, aunque era un rey muy bueno, “¡Oh, me está desobedeciendo!”, y se enojó. Por allí había tirada una serpiente muerta, así que la tomó y la colocó alrededor del cuello del sabio y se fue.

Aquel sabio tenía un hijo, de unos diez años, o doce, que tenía algunos compañeros de juego. Ellos estaban jugando y alguno de ellos le informó al hijo del sabio, “Tu padre fue insultado por el rey. Le colocó como guirnalda una serpiente muerta”. Aquel muchacho, el hijo del sabio, se enojó mucho y lo maldijo. Acá tenemos que ver un punto, que el hijo de un brāhmaṇa, era tan poderoso que podía maldecir a un gran rey como Mahārāja Parīkṣit. “Has insultado a mi padre, así es que esa serpiente te morderá dentro de siete días y morirás”. Eso fue lo que ocurrió. El muchacho volvió a su casa, vio que su padre había sido enguirnaldado con una serpiente muerta y se echó a llorar. Se lamentó mucho de que su padre hubiera sido insultado. Su padre era un brāhmaṇa. Él era un brāhmaṇa. “¡Oh! ¿Un brāhmaṇa ha sido insultado por un kṣatriya?”. Lo lamentó mucho, se echó a llorar. Al escucharlo el sabio volvió a sus sentidos y le preguntó al muchacho, “¿Por qué estás llorando?”. “Padre, tú no lo sabes pero has sido insultado por el rey y yo lo he maldecido”. Su padre quedó atónito. “¿Maldijiste a Mahārāja Parīkṣit? Has cometido la mayor torpeza. Ese rey es tan bueno, debido a sus cuidados los ciudadanos pueden dormir en paz. Sin peligros, y tú lo has maldecido”. Se lamentó mucho. Así se describe. La próxima vez explicaremos cuánto se lamentó. Pero la maldición ya estaba hecha.

Entonces le envió la información al rey, “Mi querido rey, este accidente ya ocurrió. Así que prepárese para la muerte”. Le dio esa información. Parīkṣit Mahārāja también estaba triste porque, “Insulté a un brāhmaṇa, no lo debería haber hecho”. Así es que le dio la bienvenida a la maldición, “Es bueno para mí haber sido maldecido, en el futuro no debo actuar de esa manera”. Era un rey tan bueno. De cualquier manera, era un hombre joven. No era Viejo. Estaba en sus treintas. De inmediato le encargó el reino entero a su joven hijo y se fue del hogar, se fue a la orilla del Ganges. Por todo el mundo corrió la noticia de que “El gran rey fue maldecido y va a morir dentro de siete días”.

Todos los grandes sabios, las personas santas, los eruditos, los reyes, fueron a verlo a orillas del Ganges. Había una gran asamblea. Parīkṣit Mahārāja preguntó por encima de todos, “Está resuelto que voy a morir. El tiempo ya ha sido fijado. ¿Cuál es ahora mi deber?”.

Algunos estaban a favor de las actividades fruitivas, karma-kāṇḍa, actividades piadosas; otros estaban a favor de los principios del yoga; otros estaban a favor de la especulación filosófica y otros estaban a favor del servicio devocional, del Bhakti. Afortunadamente, Śukadeva Gosvāmī llego, un muchacho de dieciséis años de edad, aunque sumamente elevado en el conocimiento espiritual, el hijo de Vyāsadeva. Es importante recordar que Parīkṣit Mahārāja estaba dotado de todo, todo, pero no contrarrestó la maldición. Podría haberlo hecho, era muy poderoso, pero lo aceptó, “Está bien, he sido maldecido. Voy a perder la vida dentro de siete días”. Durante esos días no bebió ni siquiera una gota de agua. Se sentó rígido a orillas del Ganges y Śukadeva Gosvāmī narró este Śrīmad-Bhāgavatam y él escuchó. Al final de los siete días, en el momento justo, fue mordido por una serpiente y dejó este mundo.


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